La Juventus fichó a Cristiano para romper su gafe con la Champions. En Turín sentían que su llegada era lo que faltaba para dar aquel paso más, que no llegó por muy poco en las finales perdidas ante Barça y Madrid con Allegri en el banquillo. El portugués le había dado varios disgustos a los italianos en Europa, como el doblete en la final 2017, o los tres goles entre ida y vuelta de los cuartos de 2018. El sentido de la operación era “él sabe cómo se hace”, pero hasta ahora el plan no ha funcionado.
Tras la derrota con el Ajax de 2019, ayer llegó con el Oporto la segunda eliminación consecutiva en los octavos, algo que a la Juve nunca le había pasado en la Copa de Europa. Muchos le echan la culpa a Cristiano, que con los Dragones, efectivamente, se vio muy poco, y por primera vez en los últimos 15 años no marcó ni un gol en la fase de eliminación directa de la Champions. Su llegada a Turín, entonces, se llegó a definir “un desastre técnico y económico”.
Los números del exmadridista siguen siendo muy buenos en las competiciones domésticas (lleva 72 tantos en 86 partidos de Serie A), pero en Europa no ha cumplido con las expectativas. Su promedio goleador en el Real Madrid, 1.03 (105 goles en 101 partidos), ha caído en picado con los italianos.
En 23 presencias, Ronaldo realizó “solo” 14 tantos, 0.60 por partido. Cifras positivas para un jugador normal, menos para CR7 en su competición favorita. Su mejor noche fue sin duda la de la remontada con el Atleti en 2019, con un hat-trick inolvidable. Luego, como comentan en Italia, le “traicionó” el equipo tanto con el Ajax como con el Lyon, ante el que realizó un doblete que no pudo evitar la eliminación. Con el Oporto, no obstante, fue él el que faltó. Solo logró una asistencia para el gol de Chiesa, y fue uno de los culpables de la desastrosa barrera en la decisiva falta de Oliveira. Sería injusto mencionarle como el único responsable de la eliminación. Pero las críticas tras la debacle fueron inevitables.