Los 1.981 aficionados que estaban en las gradas del Madison Square Garden (un 10% de su capacidad) no podían contener la euforia a la salida del mítico recinto neoyorquino después de ver cómo los Knicks se deshacían de los Hawks logrando su octava victoria seguida. Ellos, que estaban acostumbrados a otro sabor muy diferente antes de la pandemia, ahora por fin disfrutan del triunfo.
Y todo gracias a un espectacular Julius Randle, que ha tomado el timón de una nave a la deriva durante la última década y que ha conseguido sacarla del agua antes de hundirse por completo. El ala-pívot era la estrella, sin tanto bombo y platillo, que necesitaban estos Knicks y ante Atlanta lo volvió a demostrar.
El ala-pívot se convirtió en el primer jugador en la historia de los Knicks con un partido de 40+10+5 con porcentajes del 50/40/90% y es el tercer jugador de los Knicks en firmar más de un partido de 40 puntos, 10 rebotes y cinco asistencias en la misma temporada. Los otros dos son Richie Guerin y Bernard King, ambos miembros del Salón de la Fama.
Randle se ha convertido en el santo y seña de estos Knicks que vuelven a ilusionar a Nueva York tras firmar su mejor racha de victorias desde 2015. Ocho triunfos seguidos que permiten a los de Thibodeau subir al cuarto puesto del Este, algo que no sucedía a estas alturas de temporada (al menos 50 partidos disputados) desde el curso 2012-2013.