Rafa Nadal encaró en el Masters 1.000 de Roma el inicio de torneo más complicado para él con diferencia en lo que va de año y pasó el examen con nota. En la Ciudad Eterna, que ha visto triunfar nueve veces al balear, eterno también, ganó al italiano Jannik Sinner, portento de 19 años, y lo hizo en dos trabajados sets: 7-5 y 6-4 en dos horas y 10 minutos. No le vino especialmente bien jugar en la tarde-noche romana y en una Centrale fantasmal, enorme y vacía, que acogerá público desde el arranque de los octavos de final.

En esa ronda, Nadal se enfrentará este jueves a disgusto con la hora (sobre las 13:30, #Vamos) a Denis Shapovalov, a quien domina por 2-1 en los duelos particulares. El español tiene un récord de 19-0 ante tenistas menores de 20 años en tierra y nunca ha perdido contra un jugador local en un torneo donde sí tiene sensación de control en la pista, al contrario que en Madrid.

El primer set de Nadal fue sensacional, porque pese a perder dos veces su saque, le pegó estupendamente a la bola, con la intensidad y las direcciones que quiso, y ante un oponente que no parece un chaval por la determinación con la que juega y presionaba continuamente por potencia e intención. Con todo eso encima, el número tres del mundo recuperó dos veces el sitio, tiró también en varias ocasiones de su buena mano y tuvo tres bolas de set para cerrar en 6-4. En el duodécimo juego, tras desperdiciar otras tres, acertó con la séptima. Fue una declaración intenciones, un manifiesto con el que le decía al chico, un tanto acelerado, que no se rendiría nunca y que le iba a tener pegado al cogote todo el partido.