Miami Heat, el campeón del Este, el finalista de la NBA, el equipo que maravilló en la burbuja de Florida, la jauría de Jimmy Butler, no se va a quedar fuera de playoffs, ¿verdad?
¿Verdad?
Este año es más difícil echar cuentas porque asoma el nuevo play in (distinto al de Florida) con cuatro equipos en el ajo, del séptimo al décimo. Solo seis estarán en playoffs directamente y sin los sobresaltos del cara o cruz de ese play in que meterá en los cruces a los dos últimos equipos (el que gane un partido entre el séptimo y el octavo y el que se lleve otro que disputarán el perdedor de ese y el que haya ganado uno previo entre noveno y décimo). Pero, salvo cataclismo, parece improbable que se queden fuera de playoffs Sixers, Bucks, Nets, Celtics y Pacers. Eso son cinco plazas que se pueden dar por cubiertas. Miami, ya lejos de ese lote, puede ir a la pelea por el resto desde atrás sin problemas, una carrera en la que también van a esar, por cierto, los Raptors, otro clásico (de nuevo cuño) de las eliminatorias en apuros.
La cosa, sencillamente, no marcha
La cuestión es que Miami Heat no debería estar así, calmándose porque a su alrededor ve a Hornets, Knicks, Cavaliers y compañía, sino que debería estar peleando en esa zona noble en la que parece que hay equipos seriamente superiores a ellos. Al campeón del Este: por mucho que la línea sea continuista, en la NBA no moverse no suele significar quedarse en el mismo sitio. Como otros avanzan, el que se para retrocede. Y en Miami les huele a chamusquina en cuanto las cosas se tuercen después de una temporada de éxito: después del título de 2006, 52 victorias se convirtieron en 44 y una eliminación sumarísima (4-0) en primera ronda de playoffs. En 2014 la salida de LeBron James hundió al equipo de las cuatro Finales seguidas hasta un 37-45 en la siguiente temporada. A menor escala, entre 2016 y 2017 pasaron de 48 a 41 victorias.
Después de 21 partidos, los Heat están 7-14. Son el tercer peor equipo del Este y acumulan siete derrotas en ocho partidos. Hasta ahora, las alarmas no habían saltado. Jimmy Butler se ha perdido 12 de esos 21 encuentros, diez seguidos por culpa del coronavirus, que le hizo adelgazar más de cinco kilos en una semana. Tyler Herro no ha jugado en siete y dos recién llegados para reforzar la defensa apenas han podido tener incidencia: Avery Bradley lleva 10 partidos, menos de la mitad, y Mo Harkless nueve. Hasta un clásico como Goran Dragic ha faltado en cinco. Con la rotación en cuadro, la cosa no estaba para ataques de histeria porque además Bam Adebayo ha pegado otro estirón ante los ojos de toda la Liga. Un jugador otra vez mejorado con respecto a su (fascinante) curso anterior, el primero como all star.
El problema, ahora sí, es que con la rotación prácticamente al completo los Heat han seguido jugando horrible. Y perdiendo. Están en un tramo de seis partidos en casa del que han completado cinco y perdido cuatro, los dos últimos contra Hornets y Wizards. Su única victoria fue contra los Kings, amarrada en la última posesión (105-104) e imposible si Butler no se hubiera deslomado en su primer partido post COVID: más de 34 minutos en pista, 20 puntos, 7 rebotes y 8 asistencias. Después llegaron las dos derrotas contra Hornets y Wizards, y ahora viene otro partido contra los segundos y un doblete contra los Knicks. Más les vale a los Heat meter triunfos en el zurrón porque lo siguiente es una gira de siete partidos por el Oeste que incluye a Lakers, Clippers, Jazz, Warriors…
Esas dos últimas derrotas son un perfecto microcosmos de lo que ha sido toda la temporada para los Heat. Siguen fuera Harkless y Meyers Leonard (para toda la temporada por una lesión de hombro) y Bradley volvió… y se rompió otra vez. Pero con la rotación ya próxima a su versión óptima, los Heat desperdiciaron colchones de más de diez puntos, recibieron muchos triples, activaron y desactivaron la defensa como si tuvieran un interruptor y tuvieron muchos problemas de creación en ataque: 100 puntos contra los Wizards, que llegaban con balance de 4-13, en back to back y sin Russell Westbrook. Después de 65 puntos en el primer tiempo, solo 35 en el segundo, paralizados por una defensa en zona (el cazador cazado) que sonreía feliz cada vez que un ataque acababa con un triple fallado por Andre Iguodala. Frustrado, Adebayo dijo después que no están parando a nadie en defensa. Y Jimmy Butler señaló al otro lado de la pista: no defienden porque los fallos en el tiro desgastan y consumen la energía mental que permite regresar rápido y aplicarse con intensidad en defensa.